absolutamente todas las partículas del mobiliario de esa manera examinamos la casa misma. Dividimos su entera suprficie en compartimentos, que numeramos para que ninguno pudiera ser equivocado, después registramos pulgada por pulgada el terreno de la pesquisa, incluso las dos casas que le siguen inmediatamente, con el microscopio, como antes.
— ¡Las dos casas de al lado! exclamé; deben Vds. haber causado una gran agitación.
— La causamos; pero el premio ofrecido es prodigioso.
— ¿Incluyeron Vds. las tierras de las casas?
— Todas las tierras están enladrilladas; comparativamente nos dieron poco trabajo. Examinamos el musgo de las junturas de los ladrillos, y no encontramos que lo hubieran tocado.
— ¿Buscaron Vds. entre los papeles de D***, por consiguiente, y entre los libros de la biblioteca?
— Ciertamente; abrimos todos los paquetes y legajos; y no sólo abrimos todos los libros, sino que dimos vuelta todas las hojas en todos los volúmenes, no contentándonos con una simple sacudida de ellos, como acostumbran á hacer ciertos de nuestros agentes de policía. Medimos también el espesor de cada tapa de libro, con la más cuidadosa exactitud, y aplicamos á cada uno el más celoso examen con el microscopio. Si cualquiera de las encuadernaciones hubiera sido tocada para ocultar la carta, habría sido completamente imposible que el hecho escapara á nuestra observación. Unos cinco ó seis volúmenes recién traídos por el encuadernador, los examinamos con todo cuidado, metiéndoles las agujas en las tapas.