por aquella á quien el Prefecto llama « un cierto personaje », se vea reducido á abrir la carta que he dejado para él en la tarjetera.
— ¿Cómo? ¿puso Vd. algo particular en ella?
— ¡Phs! no parecia del todo bien dejarle el interior en blanco; eso hubiera sido insultarle. D***, en Viena me jugó una mala partida, acerca de la que le dije; con entero buen humor, que la recordaría en tiempo oportuno. Así, como comprendí que sentiria alguna curiosidad respecto á la identidad de la persona que había sobrepujado su inteligencia, pensé que era una lástima o dejarle una huella para que la conociera. Conoce perfectamente mi letra, y copié en medio mismo de la página en blanco las palabras:
...... Un dessein si funeste,
S'il n'est digne d'Atrée, est digne de Thyeste.
que se pueden encontrar en la Atrea de Crebillon.