camino, había encontrado muchos ángulos, y había deducido de ellos la idea de una gran irregularidad; ¡tan poderoso es el efecto de una oscuridad total para aquel que sale de un letargo ó de un sueño! Esos ángulos eran simplemente producidos por ligeras depresiones ó huecos con intervalos desiguales.
La forma general de la prisión, era un cuadrado. Lo que había tomado por mampostería parecía ahora hierro ó cualquier otro metal, de placas enormes, cuyas suturas y junturas ocasionaban las depresiones. La superficie entera de esa construcción metálica estaba groseramente embadurnada con todos los emblemas horrorosos y repulsivos á que la superstición sepulcral de los frailes ha dado nacimiento.
Figuras de demonios con aires de amenaza, con forma de esqueleto, y otras imágenes de un horror más real, llenaban los muros en toda su extensión. Observé que los contornos de estas monstruosidades eran suficientemente distintos, pero que los colores estaban debilitados y alterados, como por el efecto de una atmósfera húmeda. Noté entonces el pavimento, que era de piedra. En el centro se abría el pozo circular de cuya boca había escapado; pero no había más que uno solo en el calabozo.
Vi todo eso indistintamente, y no sin esfuerzo, porque mi situación física había cambiado singularmente durante mi sueño. Estaba ahora acostado de espaldas, cuan largo era, sobre una especie de armazón de madera muy bajo. Estaba sólidamente atado a él, con una larga venda que se parecía á una cincha. Enrollaba varias veces mis miembros y mi cuerpo, no dejándome en libertad más que mi cabeza y mi brazo izquierdo;