- Supongo, Arturo, que esta primer visita será larga, dijo con acento reposado.
El jóven titubeó, miró á Amélia, luego á su padre, y murmuró bajando la vista:
- Te escribí diciéndote que pasaría en tu casa un mes; pero, desgraciadamente, mi estadía al lado tuyo no puede ser más que de horas: asuntos urgentes reclaman mi presencia en Córdoba.
Estas palabras confirmaron más á don Juan en sus sospechas.
- ¿Qué asuntos? preguntó. Sé perfectamente que nada te llama á la vieja ciudad, é ingratitud tuya sería no pasar con nosotros algunas semanas siquiera. Temes, sin duda, aburrirte; pero te aseguro que al lado de Amélia los dias parecen instantes, las horas soplos .....
Amélia creyó ver una ligera ironía en las últimas palabras de su marido; alzó