Página:Obras completas de Platón - Tomo I (1871).djvu/107

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
57

entendidos entre ellos me parecieron incurrir en el mismo defecto que los poetas, porque no hallé uno que, á título de ser buen artista, no se creyese muy capaz y muy instruido en las más grandes cosas; y esta extravagancia quitaba todo el mérito á su habilidad.

Me pregunté, pues, á mí mismo, como si hablara por el oráculo, si querria más ser tal como soy sin la habilidad de estas gentes, é igualmente sin su ignorancia, ó bien tener la una y la otra y ser como ellos, y me respondí á mí mismo y al oráculo, que era mejor para mí ser como soy. De esta indagacion, atenienses, han nacido contra mí todos estos odios y estas enemistades peligrosas, que han producido todas las calumnias que sabeis, y me han hecho adquirir el nombre de sabio; porque todos los que me escuchan creen que yo sé todas las cosas sobre las que descubro la ignorancia de los demás. Me parece, atenienses, que sólo Dios es el verdadero sabio, y que esto ha querido decir por su oráculo, haciendo entender que toda la sabiduría humana no es gran cosa, ó por mejor decir, que no es nada; y si el oráculo ha nombrado á Sócrates, sin duda se ha valido de mi nombre como un ejemplo, y como si dijese á todos los hombres: «el más sabio entre vosotros es aquel que reconoce, como Sócrates, que su sabiduría no es nada.»

Convencido de esta verdad, para asegurarme más y obedecer al Dios, continué mis indagaciones, no sólo entre nuestros conciudadanos, sino entre los extranjeros, para ver si encontraba algun verdadero sabio, y no habiéndole encontrado tampoco, sirvo de intérprete al oráculo, haciendo ver á todo el mundo, que ninguno es sabio. Esto me preocupa tanto, que no tengo tiempo para dedicarme al servicio de la república ni al cuidado de mis cosas, y vivo en una gran pobreza á causa de este culto que rindo á Dios.

Por otra parte, muchos jóvenes de las más ricas fami-