jamás ha tenido cuidado de estas cosas, jamás ha pensado en ellas.
Sin embargo, responde aún, y dinos cómo corrompo á los jóvenes. ¿Es segun tu denuncia, enseñándoles á no reconocer los dioses que reconoce la patria, y enseñándoles además á rendir culto, bajo el nombre de demonios, á otras divinidades? ¿No es esto lo que dices?
Sí, es lo mismo.
Melito, en nombre de esos mismos dioses de que ahora se trata, explícate de una manera un poco más clara, por mí y por estos jueces, porque no acabo de comprender, si me acusas de enseñar que hay muchos dioses, (y en este caso, si creo que hay dioses, no soy ateo, y falta la materia para que sea yo culpable) ó si estos dioses no sou del Estado. ¿Es esto de lo que me acusas? ¿O bien me acusas de que no admito ningun Dios, y que enseño á los demás á que no reconozcan ninguno?
Te acuso de no reconocer ningun Dios.
¡Oh maravilloso Melito! ¿por qué dices eso? ¡Qué! ¿Yo no creo como los demás hombres que el sol y la luna son dioses?
No ¡por Júpiter! atenienses, no lo cree, porque dice que el sol es una piedra y la luna una tierra.
¿Pero tú acusas á Anaxagoras, mi querido Melito? Desprecias los jueces, porque los crees harto ignorantes, puesto que te imaginas que no saben que los libros de Anaxagoras y de Clazomenes están llenos de aserciones de esta especie. Por lo demás, ¿qué necesidad tendrian los jóvenes de aprender de mí cosas que podian ir á oir todos