ARGUMENTO.
Sócrates, que en la Apología sólo pudo mantenerse filósofo á condicion de divorciarse de la constitucion religiosa de Atenas, se rehace y convierte en este diálogo, por una especie de compensacion, en un ciudadano inflexible en la obediencia á las leyes de la república. Someterse á las leyes es una obligacion absoluta; es el deber. Tal es el objeto de este diálogo.
Los amigos de Sócrates, despues de haber ganado al alcaide de la cárcel donde esperaba el dia de su muerte, le enviaron uno de ellos, Criton, para que le suplicara encarecidamente que salvara su vida por la fuga.
Todas las razones que puede inspirar una ardiente amistad para ahogar los escrúpulos de un alma recta, Criton las hizo valer con la más afectuosa insistencia. Pero la tierna solicitud que resalta en su lenguaje, disfraza, sin atenuarla, la debilidad de los motivos de que se inspira comunmente, en circunstancias críticas, la acomodaticia probidad del vulgo. Así lo entendió Sócrates. A les lamentos de Criton, en razon del deshonor y desesperacion que amagaban á sus amigos, la suerte que estaba reservada á sus hijos condenados á la orfandad, él opuso esta inevitable alternativa: ¿la fuga es justa ó injusta? Porque es preciso resolverse en todos los casos, no por razones de amistad, de interés, de opinion; sino por razones de justicia. Pero la justicia le prohibe fugarse, porque seria desobedecer las leyes, acto injusto en sí mismo, ejemplo funesto al buen órden público, ingratitud,