eres tú el que no has querido salir de aquí cuando yo te he estrechado á hacerlo.
Pero, mi querido Criton, ¿debemos hacer tanto aprecio de la opinion del pueblo? ¿No basta que las personas más racionales, las únicas que debemos tener en cuenta, sepan de qué manera han pasado las cosas?
Yo veo sin embargo que es muy necesario no desprecian opinion del pueblo, y tu ejemplo nos hace ver claramente que es muy capaz de ocasionar desde los más pequeños hasta los más grandes males á los que una vez han caido en su desgracia.
Ojalá, Criton, el pueblo fuese capaz de cometer los mayores males, porque de esta manera seria tambien capaz de hacer los más grandes bienes. Esto seria una gran fortuna, pero no puede ni lo uno ni lo otro; porque no depende de él hacer á los hombres sabios ó insensatos. El pueblo juzga y obra á la aventura.
Lo creo; pero respóndeme, Sócrates ¿El no querer fugarte nace del temor que puedas tener de que no falte un delator que me denuncie á mí y á tus demás amigos, acusándonos de haberte sustraido, y que por este hecho nos veamos obligados á abandonar nuestros bienes ó pagar crecidas multas ó sufrir penas mayores? Si éste es el temor, Sócrates, destiérrale de tu alma. ¿No es justo que por salvarte nos expongamos á todos estos peligros y áun mayores, si es necesario? Repito, mi querido Sócrates, no resistas; toma partido que te aconsejo.
Es cierto, Criton, tengo esos temores y áun muchos más.
Tranquilízate, pues, porque en primer lugar la suma,