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A le pertenecen, pero que son distintas de ella, como lo son todas las cosas de que ella se sirve? Si el hombre no es el cuerpo, debe ser aquello que se sirve del cuerpo, y esto debe ser el alma que le manda. ¿Y no puede ser el hombre 'el compuesto del alma y del cuerpo? No, porque en tal caso deberian el uno y el otro mandar á la par, cosa que no sucede, puesto que el cuerpo no se manda á sí mismo, ni manda al alma. Por consiguiente sólo queda esta alternativa: ó el hombre no es nada, ó es el alma sola. Sócrates de esta manera establece á la vez la distincion profunda del alma y del cuerpo, y lo que es propio del alma, la libertad, como la esencia del hombre. Este es el verdadero objeto del conocimiento de sí mismo.

Estudiar su alma, tal es el fin que debe proponerse todo hombre que quiera conocerse á sí mismo. ¿Pero cómo se la estudia? Aplicando la reflexion à esta parte excelente del alma, donde reside toda su virtud, como el ojo se ve en esta parte del ojo, donde reside la vista. Este santuario de la ciencia y de la sabiduría es lo que hay de divino en el alma, y allí es preciso penetrar para conocerse en su fondo. Allí está la ciencia de los verdaderos bienes y de los verdaderos males, no sólo de aquel que se estudia, sino tambien de sus semejantes, organizados como él; allí está el arte de evitar las faltas y ahorrarlas á los demás, es decir, de ser él mismo dichoso hacer dichosos á los otros, porque, efecto de la satisfaccion moral y del remordimiento, el vicio y la desgracia, la virtud y la felicidad marchan respectivamente juntos.

Por consiguiente, la virtud es moral y políticamente la primera necesidad de un pueblo y la causa misma de su prosperidad. Hé aquí lo que debe tener en cuenta el que quiera conducir y manejar los negocios públicos. ¿Y enseñará al pueblo á ser virtuoso, si no lo es él mismo? Le conviene más que á nadie tener el espíritu fijo en esta