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cion de los ejercicios que habrá de aprender tu hijo! ¿te atendrás más bien al dictámen del mayor número que al de un hombre solo, que haya sido bien educado y que haya tenido excelentes maestros?

Por lo que hace á mí, Sócrates, me atendré á este último.

¿Te atendrás más bien á su opinion que á la de nosotros cuatro?

Quizá.

Porque yo creo que, para juzgar bien, es preciso juzgar por la ciencia y no por el número.

Sin contradiccion.

Por consiguiente, la primer cosa, que es preciso examinar, es si alguno de nosotros es persona entendida en la materia sobre que se va á deliberar, ó si no lo es. Si hay uno que lo sea, es preciso acudir á él y dejar los demás; si no le hay, es preciso buscarle en otra parte; porque Melesías y tú, Lisímaco, imaginais que se trata aquí de un negocio de poca trascendencia? No hay que engañarse; se, trata de un bien, que es el más grande de todos los bienes; se trata de la educacion de los hijos, de que depende la felicidad de las familias; porque, segun que los hijos son viciosos ó virtuosos, la casas caen ó se levantan.

Dices verdad.

No es poca toda prudencia en este negocio.

Seguramente.