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¡Oh! No dejarán de escucharte, con tal que les dirijas bellos discursos; pero hé aquí una reflexion que me ocurre. En vista de lo que acabo de oirte, me decia á mí mismo: aun cuando Eutifron me probase que todos los dioses encuentran injusta la muerte de su colono, ¿habré adelantado en la cuestion? ¿conoceré mejor lo que es santo y lo que es impío?

La muerte del colono ha desagradado á los Dioses, segun se pretende, y yo convengo en ello; pero esto no es una definicion de lo santo y de su contrario, puesto que los dioses están divididos, y lo que es agradable á los unos es desagradable á los otros. Tambien doy por sentado que los dioses encuentren injusta la accion de tu padre, y que todos le aborrezcan; pero corrijamos un poco nuestra definicion, te lo suplico, y digamos: lo que es aborrecido por todos los dioses, es impío, y lo que es amado por todos ellos es santo, y lo que es amado por los unos y aborrecido por los otros, no es ni santo ni impío, ó es lo uno y lo otro á la vez. ¿Quieres que nos atengamos á esta definicion de lo santo y de lo impío?

¿Quién lo impide, Sócrates?

No es cosa mia, Eutifron; mira si te conviene hacer tuyo este principio, y sobre él me enseñarás mejor lo que me has prometido.

Por mí no tengo inconveniente en sentar que lo santo es lo que aman todos los dioses, é impío lo que todos ellos aborrecen.

¿Examinaremos esta definicion para ver si es verdadera, ó la recibiremos sin exámen y habremos de tener esta tolerancia con nosotros y con los demás, dando rienda