mesa á un hombre que ha bebido ya cumplidamente? ¿Ó nos marcharemos despues de haber coronado á Agaton, que es el objeto de nuestra visita? Me ha sido imposible venir ayer, pero héme aquí ahora con mis guirnaldas sobre la cabeza, para ceñir con ellas la frente del más sabio y más bello de los hombres, si me es permitido hablar así. Os reis de mí porque estoy ébrio? Reid cuanto querais; yo sé que digo la verdad. Pero veamos, responded: ¿entraré bajo esta condicion ó no entraré? ¿Bebereis conmigo ó nó?
Entonces gritaron de todas partes:
—¡Que éntre, que tome asiento! Agaton mismo le llamó. Alcibiades se adelantó conducido por sus compañeros; y ocupado en quitar sus guirnaldas para coronar á Agaton, no vió á Sócrates, á pesar de que se hallaba frente por frente de él, y fué á colocarse entre Sócrates y Agaton, pues Sócrates habia hecho sitio para que se sentara. Luego que Alcibiades se sentó, abrazó á Agaton, y le coronó.
—Esclavos, dijo éste, descalzad á Alcibiades; quedará en este escaño con nosotros y será el tercero.
—Con gusto, respondió Alcibiades, ¿pero cuál es vuestro tercer bebedor? Al mismo tiempo se vuelve y ve á Sócrates. Entonces se levanta bruscamente y exclama:
—¡Por Hércules! ¿Qué es esto? ¡Qué! Sócrates, te veo aquí á la espera para sorprenderme, segun tu costumbre apareciéndote de repente cuando ménos lo esperaba! ¿Qué has venido á hacer aquí hoy? ¿Por qué ocupas este sitio? ¿Cómo, en lugar de haberte puesto al lado de Aristófanes ó de cualquiera otro complaciente contigo ó que se esfuerce en serlo, has sabido colocarte tan bien que te encuentro junto al más hermoso de la reunion?
—Imploro tu socorro, Agaton, dijo Sócrates. El amor de este hombre no es para mí un pequeño embarazo. Desde la época en que comencé á amarle, yo no puedo mirar ni