Página:Obras completas del doctor D. Manuel Milá y Fontanals - III (1890).djvu/34

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

y talento. Contristaron en gran manera su espíritu los horribles excesos de que fué testigo Barcelona aquel año de 1837, pero el tiempo y la reflexión repararon algún tanto sus fuerzas, y pudo dedicarse, aunque á duras penas, á recoger los preciosos archivos de los monasterios de San Cucufate del Vallés, San Pablo, y los códices de Ripoll y otros con que enriqueció el general, y á emprender la impresión de los Condes vindicados que le instaban todos sus amigos, pero que ya por las circunstancias de los tiempos, ya porque una puntillosa dignidad le impedía dar ciertos pasos que suelen dar los autores de libros (según le indicaba su amigo el señor Torres Amat, sin exceptuarse á sí mismo), estuvo muy lejos de ser favorable á sus intereses pecuniarios, sin embargo de que S. M. la Reina Gobernadora se dignó disponer que se publicase bajo sus Reales auspicios, y de que por mediación del mismo amigo y de D. Marcial Antonio López, administrador de los estados del duque de Osuna, este noble señor contribuyese generosamente á pagar el coste de la obra.


La política le reservaba nuevos disgustos. Habiendo sido propuesto, á pesar de su constante retraimiento, para senador por una gran mayoría el día 4 de Noviembre de 1837, aunque consiguió evadirse de la elección del Gobierno, valiéndose de sus relaciones en la corte, tuvo á poco que resignarse á entrar en la Diputación Provincial de Barcelona, para cuyo partido resultó elegido el día 10 de Diciembre del mismo año. En vano representó con insistencia al Gobierno superior que le dispensara de aquel cargo público que el reglamento del archivo le impedía desempeñar, pues la superioridad desoyó sus representaciones, y aun su edad avanzada le acarreó la más pesada carga de la vicepresidencia de aquel cuerpo popular. Su carácter pundonoroso no le permitía ejercer un cargo á medias y se le vió procurar el bien de sus representados, sin dejarse arrastrar por el espíritu de partido que andaba entonces muy desatentado en España. Es bien sabido cómo se exacerbaron