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las cualidades de tal ó de cual sustancia, porque para esto es preciso atenerse al juicio de un hombre sano, y no tomar la excepcion por la ley.

Si se pregunta cuál es el hombre sano, á esto nada se puede responder; porque equivale á preguntar, cuáles son los hombres locos y cuáles los hombres racionales, cuándo se está dormido ó cuándo se está despierto.

Las objeciones que se toman del desacuerdo que hay entre los sentidos en un mismo individuo, no son más dificiles de resolver, porque basta distinguir el dato de los sentidos de la idea que le sigue, ó como diríamos hoy, la sensacion de la percepcion[1]. El hombre puede engañarse, pero los errores jamás nacen de los sentidos; proceden siempre del juicio, y con un poco de atencion, es fácil evitarlos. Para esto basta distinguir los datos de los diversos sentidos. No debe oponerse, como se ha dicho, á los datos de la vista el testimonio del tacto ó de cualquier otro sentido; cada uno de estos tiene su dominio propio, y no se le debe sacar de él, y ántes bien debe concedérsele en la esfera de su accion una plena y entera autoridad. En cuanto á los argumentos tomados de los fenómenos que tienen lugar durante los ensueños, Aristóteles responde, que en este punto, nádie se engaña y no hay hombre (es el ejemplo de que él se sirve) que encontrándose en África, y habiendo soñado por la noche que estaba en Atenas, se levante por la mañana para irse al Odeon.

Semejante sistema obligaría á proclamar que no hay más realidad que la sensacion; que sin los séres sensibles no habría absolutamente nada; y que el mundo sólo existe en el pensamiento del hombre; conclusiones que bastan por sí solas para refutarlo. «La consecuencia que sale de semejante » sistema, es, dice Asistóteles, verdaderamente desconsoladora. Si son estas »> las opiniones de los hombres que mejor han visto toda la verdad posible, » y son éstos los que la buscan con ardor y la aman, ¿cómo es posible abor»> dar, sin sentir el desconsuelo más profundo, los problemas filosóficos?

» Buscar la verdad ¿sería otra cosa que perseguir sombras que se des» vanecen?[2] » Dichosamente para la ciencia, la razon humana de tal manera tiene fe en sí misma, que no puede, haga lo que quiera, poner en duda su autoridad.

Sin temor podemos decir, que es imposible demostrar que nuestras facultades no nos engañan. Fuera vano que pudiéramos tener una facultad superior a la misma razon, porque tambien quedaría sometida á la terrible


  1. Este distincion, indicada por Aristóteles, es de grande importancia. Muchas veces se ha hecho caso omiso de ella en los últimos siglos; y de aquí una multitud de sistemas que han tenido por resultado hacer sujetivos todos nuestros conocimientos. Reid la reprodujo y la tomó como punto de partida de un sistema más completo y más racional; se valió de ella para combatir el escepticismo de Berkeley y de Hume.
  2. Metaf. 1v, 3.-Por triste que sea esta doctrins, muchas veces ha sido profesada. Es una consecuencia necesaria del sistema de Locke sobre las ideas, y Berkeley y Hume la han sacado. En parte se encuentra tambien en la flosofia Escocesa. Las cualidades segundas, segun Reid, no son percibidas di rectamente y en sí mismas; intes de asociarlas á las cualidades primeras, son tan sólo causas desconocides de sensaciones, son sujetivas.