pueblo una historia muy particular, que yo he oído referir algunas veces en las noches de invierno.
— Pues vaya, deja ese candil en el suelo, acerca una silla y refiéreme esa historia, que yo me parezco á los niños en mis aficiones
— Es que esto no es cuento.
— Ó historia, como tú quieras, añadí por último, para tranquilizarla respecto á la entera fe con que sería acogida la relación por mi parte.
La muchacha, después de colgar el candil en un clavo, y de pie á una respetuosa distancia de la mesa, por no querer sentarse, á pesar de mis instancias, me ha referido la historia de las brujas de Trasmoz, historia original que yo á mi vez contaré á ustedes otro día, pues ahora voy á acostarme con la cabeza llena de brujas, hechicerías y conjuros, pero tranquilo, porque, al dirigirme á mi alcoba, he visto el escobón junto á la puerta haciéndome la guardia, más tieso y formal que un alabardero en día de ceremonia.