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Página:Obras de Bécquer - Vol. 2.djvu/343

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Desde mi celda.

naje de primer orden en los pueblos, se limitaba á contestar sonriendo y como para seguir la broma:

— ¿Qué queréis? Donde lo hay se luce.

Las galas de Dorotea hacían entre tanto su efecto.

Desde aquella noche en adelante no faltaron enramadas en sus ventanas, música en sus puertas y rondadores en las esquinas. Estas rondas, estos cantares y estos ramos tuvieron el fin que era natural, y á los dos meses la sobrina del cura se casaba con uno de los mozos mejor acomodados del pueblo, el cual, para que nada faltase á su triunfo, hasta la famosa noche en que se presentó en la hoguera había sido novio de una de aquellas vecinas que tanto la hicieron rabiar en otras ocasiones, sentándose á coser sus vestidos en el portal de la calle. Solo el pobre mosén Gil perdió desde aquella época para siempre el latín de sus exorcismos y el trabajo de sus aspersiones. Las brujas, con grande asombro suyo y de sus feligreses, tornaron á aposentarse en el castillo; sobre los ganados cayeron plagas sin cuento; las jóvenes del lugar se veían atacadas de enfermedades incomprensibles; los niños eran azotados por las noches en sus cunas, y los sábados, después que la campana de la iglesia dejaba oir el toque de Animas, unas sonando panderos, otras añafiles ó castañuelas, y todas á caballo sobre sus escobas, los habitantes