Página:Obras de Bécquer - Vol. 2.djvu/81

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
75
El monte de las ánimas.

II


Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.

Solas dos personas parecían ajenas á la conversación general: Beatriz y Alonso. Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz.

Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.

Las dueñas referían, á propósito de la noche de difuntos, cuentos temerosos, en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel, y las campanas de las iglesias de Soria doblaban á lo lejos con un tañido monótono y triste.

— Hermosa prima, exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se encontraban, pronto vamos á separarnos, tal vez para siempre;