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Gustavo A. Becquer.
Soledad, ella misma parece como que se queja y llora.
V.
Las fatigas que se cantan
son las fatigas más grandes,
porque se cantan llorando
y las lágrimas no salen.
Entre los originales, este es el primer cantar que se encuentra al abrir el libro. Él da el tono al resto de la obra, que se desenvuelve como una rica melodía, cuyo tema fecundo es susceptible de mil y mil brillantes variaciones.
Si la dimensión de este artículo me lo permitiera, citaría una infinidad de ellos que justificasen mi opinión; en la imposibilidad de hacerlo así, trascribiré algunos que, aunque imperfecta, puedan dar alguna idea del libro que me ocupa:
Si yo pudiera arrancar
una estrellita del cielo,
te la pusiera en la frente
para verte desde lejos.