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La soledad.

 Cuando pasé por tu casa
 «¿Quién vive?» al verme gritaste,
 sólo con la mala idea
 de si aún vivía, matarme.

 
 Compañera, yo estoy hecho
 á sufrir penas crueles;
 pero no á sufrir la dicha
 que apenas llega se vuelve.


En estos cantares, el autor rivaliza en espontaneidad y gracia con los del pueblo: la misma forma ligera y breve, la misma intención, la misma verdad y sencillez en la expresión del sentimiento.

En los que siguen varía de tono:


 Antes piensa y luego habla;
 y después de haber hablado,
 vuelve á pensar lo que has dicho,
 y verás si es bueno ó malo.


 Levántate si te caes,
 y antes de volver á andar,
 mira dónde te has caído
 y pon allí una señal.