Esta página ha sido validada
119
La soledad.
Cuando pasé por tu casa
«¿Quién vive?» al verme gritaste,
sólo con la mala idea
de si aún vivía, matarme.
Compañera, yo estoy hecho
á sufrir penas crueles;
pero no á sufrir la dicha
que apenas llega se vuelve.
En estos cantares, el autor rivaliza en espontaneidad y gracia con los del pueblo: la misma forma ligera y breve, la misma intención, la misma verdad y sencillez en la expresión del sentimiento.
En los que siguen varía de tono:
Antes piensa y luego habla;
y después de haber hablado,
vuelve á pensar lo que has dicho,
y verás si es bueno ó malo.
Levántate si te caes,
y antes de volver á andar,
mira dónde te has caído
y pon allí una señal.