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Gustavo A. Becquer.

La colegiata es, si no el único, el monumento más notable de la población. Sin embargo, antes de penetrar en ella, visité la fuente que llaman de la Virgen, manantial de agua fresca y purísima que brota á corta distancia del porche del templo, al pie de unos paredones derruidos y musgosos que fueron parte del primitivo santuario. Acerca de esta fuente y de la fundación de la antiquísima capilla, entre cuyas ruinas se encuentra, refiere la tradición una de esas leyendas extraordinarias con que la piedad de nuestros padres se complacía en envolver el misterioso origen de sus más veneradas imágenes.

La fundación de la colegiata es debida á Don Sancho el Fuerte, y su antigua fábrica conserva, a pesar de las modificaciones que ha sufrido con el trascurso de los tiempos, el severo y sencillo carácter de las construcciones de su época. En una de las naves se encuentra la capilla de San Pedro, muestra pura del estilo á que pertenece la iglesia, y que parece haber servido de tipo á la llamada Barbazana de la catedral de Pamplona. En el altar mayor se venera la milagrosa imagen de la Virgen, que da nombre al santuario, la cual es de plata, y se descubre al fulgor que penetra por las redondas rosetas del templo, sentada sobre un trono del mismo precioso metal, enriquecido de brillante pedrería.