Página:Obras de Kant. Crítica de la razón pura.djvu/8

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VIII

oscuridades que no tienen razon de ser y de entorpecimientos injustificados con que ha de tropezar el lector impaciente.

Grandes han sido mis esfuerzos para suavizar en lo posible estas durezas terminológicas, y no poco mi atrevimiento en muchos casos, reformando, aunque con el mayor escrúpulo, ciertos idiotismos de lenguaje. Más aún; me he servido repetidas veces del auxilio de personas tan competentes como del inolvidable Manuel de la Revilla y de D. Rafael Montoro, con objeto de salvar siempre las asperezas del estilo, y muy particularmente para verter con la mayor claridad posible el pensamiento del autor, y por más que este auxilio haya sido para mí trabajo de gran valía, yo no conseguia desprenderme de la desconfianza que me dominaba, temeroso en extremo de que la obra no fuera recibida por el público tal como merecia, y más todavía de que no produjera todo el fruto que era de desear.

La razon de más peso que yo tenia para mi desconfianza, estaba en la falta que existia aquí de los precedentes de la filosofía kantiana, por lo desparejados que hemos andado en España del resto del mundo filosófico, desde que se inició el movimiento de la Reforma. No habia sido traducido al castellano ninguno de sus antecesores, y mal podiamos pretender una justa y acabada aceptacion de la obra kantiana, tan intimamente ligada con sus