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MORALISTAS GRIEGOS.

mulados unos sobre otros, quedan ocultos los primeros, así en la vida humana acontece que los sucesos anteriores se ven presto sepultados en el olvido, con los que ocurren después.

Nota este dicho de Platón : «¿Por ventura juzgas que aquel que tenga un entendimiento elevado, con una justa idea de toda la eternidad y de toda la naturaleza, le parecerá ser una gran cosa la vida humana ?-No es posible, dijo.-¿Luego este tal no reputará la muerte por una cosa terrible?-Nada menos que eso, respondió. »

Ve aquí la bella sentencia de Antistenes: «Es cosa regia hacer mercedes, recibiendo en pago murmuraciones.»

No es puesto en razón el que la mente[1] tenga á su mando el semblante para fingirlo y ajustarlo á su gusto, y que ella no sepa acomodarse y componerse á sí misma como es debido.

Dice muy bien Euripides: «El enojo volver contra las cosas No es razón, pues de enojos no se cuidan.»

arenas de la Libia, cuando en ellas perecieron cincuenta mil hombres del ejército de Cambises, como consta de la historia escrita por Herodoto.

[1] No siempre se verifica que el alma pueda en todos los lances disponer á su arbitrio del semblante, no siendo fácil impedir ciertos movimientos exteriores, por los que se colige la novedad interior, mudándose ya el color ó ya los ojos, dando señales del sentinmiento que reside en el ánimo.

Si bien es verdad que con el uso en gente de mundo logra la voluntad aquello de Salustio, Bel. Cat., cap. X: Magis vultum, quam ingenium bonum habere. No hay duda que el imperio del alma es despótico sobre ciertos movimientos del cuerpo, aunque acerca de otros sólo puede llamarse politico.


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