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MORALISTAS GRIEGOS.

y haga cual ella quiere; que coja el fruto que ella misma lleva (siendo así qgue otros recogen el fruto de las plantas y lo que hace veces de fruto en los animales); que ella, por fin, en cualquiera parte que acabare la carrera de su vida, llegue siempre á su término. Pues no se debe discurrir del alma como de la danza, de la representación y otras cosas semejantes, en las cuales quedaría de suyo imperfecta toda la acción si se cortase é interrumpiese en algo, sino que en todas partes y en cualquier lugar que la sorprendiere la muerte, puede plena y perfectamente cumplir con el encargo que se le había cometido, de modo que siempre podrá decir: á mí nada nit., cap. III: « Mens ipsa se novit: neque enim ut oculus corporis videt alios oculos, et se non videt; itá mens novit alius mentes, et ignorat semetipsam. Per oculos enim corporis corpora videmus, quia radios qui per eos emicant, et quicquid cernimus tangunt, refringere, et retorquere in ips08 non possumus, nisi cùm specula intuemur. Mens veró ipsa sicut corporearum rerum notitias per sensus corporis colligit; sic incorporearum rerum per semetipsam: ergo et 8emetipsam per semetipsam novit.» Es muy cierto que somos más linces para conocer los defectos de nuestros prójimos que los propios.

Por último, entonces ejecutará el alma lo que dice M. Aurelio, cuando delibere, dé su asenso, forme juicio y tome su resolución; acciones que no proceden de la materia, sino sólo de una sustancia espiritual que á un mismo tiempo se compenetre, con ideas diferentes, de donde se colige que el alma racional es espiritual é inmortal. Y no hay duda que quien hubiese formado la idea verdadera de lo que es la niateria, se verá precisado á confesar que ésta no es capaz de las propiedades que el alma racional descubre en sí por sus efectos. Ni porque sea tan excelente la dignidad natural del alma humana se deberá concluir que ella es divina; visto que no es alguna partícula estoica de la divinidad por si indivisible, ni la espinosiana sustancia de Dios omniscio, siendo ella tan limitada en el conocimiento de infinitas verdades.