amaba más que á so propia vida. Regania, la segunda, le manifestó que lo querta más de lo que á la lengua le era dable expresar; pero Cordilla le dijo: &Segura del inmenso cariño paternal que siempre me babéis profesado, os lengo de responder con arreglo á to que mi conciencia me dicte: así, pues, os diré que 03 amo como una bija debe amar á su padre; y si queréis comprender más profundamente mi cariño, sabed que lo que sois vatéis, y tanto canto valéis os amo yo.» No satisfecho Leir eon esta contestlación, casó á su hija mayor con lenninus, Duque de Cornualles, y á la segunda con Menglanus, Duque de Albania, y dispuso que su reino, á sa muerte, se dividiera, y que una parte heredára Gonorilla y la olra Regania, y nada reservó para su hija Cordilla; pero un Prít.cipe de Galia, liamado Aganippus, sabedor de la belleza y raras prendas de la bija menor de Leir, solicitó se mano y obtu.o el paterno permiso para casarse con ella, á pesar de no ilevar dote, movido únicamente por el respeto que la persona y las virtudes de Cordiila le inspiraban. Siguió Leir viviendo, y sus yernos, barlos de esperar la codiciada herencia, se alzaron en armas contra el viejo Rey, arrebatándole el gobierno. La pensión, que á trueque de su trono le sefialaron al principio, fué gradualımente reducida, y vióse Leir obligado á vivir en la mayor estrechez, pues por úitimo le dejaron Bôlo un criado para su servicio. Lo que más dolfa al infeliz Rey era el desamor y crueldad de sus hijas, que juzgaban lujo excesivo cualquier pequeñez que su padre gozaba, y á tal extremo llegó la antinalural dureza de sus hijas, que se vió obligado á buir á Galia y á buscar consuelo en su bija Cordila, á quien antes tanto había maltratado. Ccrdilla y su esposo Aganippus lo recibieron con ei mayor cariño; 3, enterados de la conducta de Gonorilla y Regania y sus respectivos espo3os, aprestaron un ejéreito, partieron para Bretaña y, después de vencer y dar muerte á sus enemi-
