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¡que por Dios que bien aprisa,
siendo tan dulces, pasaron!

Ya no escucharás cual antes,
allá en las noches serenas,
sobre los aires flotantes,
las sabrosas cantilenas
de los rendidos amantes.

Que os es muy grato á las bellas
al són del arpa importuna
oir amantes querellas,
ya al brillo de las estrellas,
ya al resplandor de la luna.

Y os place ver derramados
cantos de amor por los cielos,
porque causen acordados
á otras hermosuras celos,
y á otros galanes cuidados.

Y oís las trovas de amores,
en vuestro lecho adormidas,
como los vagos rumores
que hacen al ondear las flores,
de vuestras rejas prendidas.

Y al despertar, con empeños
tal vez pensais que, halagüeños
os dan, cantando, placeres,