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fructífero la riega
el ámbar celestial de tanto rio,
sobre su nácar blando
la clara luz del sol reverberando!

Las aguas trasparentes,
formando al oscilar claros espejos,
los delgados ambientes
arrebolan de mágicos reflejos,
que ya azules, ya rojos,
embelesan estáticos los ojos.

¡Mil veces venturosas,
tan henchidas de honor, como abundantes,
corrientes sonorosas,
que pagando tributos en diamantes,
caminais sosegadas,
de palmas inmortales coronadas!

Y así con tal premura
con las aguas medreis de las praderas,
que, al ver tanta hermosura,
espantada abandone sus riberas,
y ceda á vuestro brio,
reprimida la mar, su señorío.

Seguid, claras corrientes,
con dulces y suavísimos rumores,
poblando los ambientes
de reflejos y débiles vapores,
que como frágil velo
los rayos templen de la luz del cielo.