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LEOPOLDO LUGONES

Venía el padre á veces en su mula.
Habiendo visto el humo de la obra,
Cuando por el camino asaz distante
Regresaba á la casa. Su sonora
Palabra de cariño y complacencia,
Como el pan bien asado era sabrosa.
Colgada del arzón su carabina
Aun exhalaba un denso olor de pólvora.
Es que había cazado una corzuela
Que con el capataz envió por otra
Dirección; y también había visto
En la represa solitaria y honda,
Patos de esos cafés de alas azules
Cuya carne bravía es tan gustosa.
Ah gloria de las claras mañanitas
En el tallar tranquilo que se explora
Con la escopeta al hombro, en un silencio
Lleno de claridad, sobre una blonda
Arena de ribera, susurrada
El alma fresca por murmullos de hojas.
De agua, silencio y sol está compuesta