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Página:Odas seculares.djvu/54

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ODAS SECULARES

Su amorosa inquietud canta la gloria
Del rodete dorado que asolea
Como una mies aquella carne blonda,
Que en la gracia rural de la Beppina
Como un albaricoque se sonrosa.


Cantemos al maíz cuyo tesoro
Es lingote cabal en la mazorca,
Y en cristalización de sol madura,
O pálidos topacios monta en joya;
Y pinta un oro púber en la mecha
Que del muslo del choclo se desfloca,
Bajo el crujiente ajuste á cuyo amparo
Su blanca y dura desnudez conforma.
En el lustre solar de cada grano
Una pupila lúcida se dora,
Cual si aun diera la luz copulativa
Que la sazón condensa y aprisiona
En las siestas candentes que así fraguan

Para el buen labrador la gruesa piocha.