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Página:Orígenes de la novela - Tomo I (1905).djvu/117

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CVII
Introducción

pública disputa. El campeón designado para contradecirle es, con gran humillación suya, un asno de ruin y miserable catadura, sarnoso y sin rabo, tal que no hubiera valido diez dineros en la feria de Tarragona. Entáblase la controversia, en la cual, además de los principales interlocutores, toman alguna parte el piojo, la pulga, la chinche y otros todavía más repugnantes insectos. Pero el asno es quien verdaderamente se luce, pulverizando todos los argumentos de Fr. Anselmo, demostrando la superioridad de los animales, ya en la perfección de los sentidos corporales, ya en las obras maravillosas del instinto, y haciendo la crítica más acerba y el más cruel proceso del género humano, de sus vanidades, torpezas y locuras, con un género de escarnio que recuerda á veces la amarga misantropía de los Viajes de Gulliver. Sólo la consideración de que Dios quiso hacerse hombre y vestir carne mortal detiene la pluma de Turmeda para no dar terminantemente la victoria al asno en este litigio. La disputa está sostenida con mucho ingenio y agudeza, con viva y fresca imaginación; pero no es lo más curioso que el libro de Turmeda contiene. Lo que le presta más originalidad y le hace más interesante para la historia es lo que contiene de sátira social, y muy especialmente los cuentos que ingiere al tratar de los siete pecados capitales. Estos cuentos, que no sé si han sido estudiados ó citados hasta ahora (tan peregrino es el volumen en que se hallan), compiten con los más libres de Boccaccio, no sólo en la liviandad de las narraciones, sino en el espíritu laico é irreverente que los informa, puesto que todos, sin excepción, tienen por tema las relajadas costumbres del clero secular y regular, ensañándose sobre todo con las órdenes mendicantes, y en especial con la de San Francisco, que Fr. Anselmo persigue con rencores de apóstata[1]. La acción de algunos de estos cuentos pasa en Cataluña y Mallorca, con indicación muy precisa de nombres y pormenores locales; otros no ocultan su origen italiano, como los dos que se suponen acaecidos en Perugia. La manera de contar de Fr. Anselmo, tal como puede adivinarse al través de una traducción, parece muy suelta y picante; su tono socarrón y malicioso contrasta en gran manera con

  1. Sin llegar, ni mucho menos, á tan feroces demasías, asoma de vez en cuando en el mismo Libre de bons ensenyaments, la tendencia satírica de Fr. Anselmo contra sus cofrades:

    ...«no t'fies massa de vestiment
    qui burell sia.


    Ço que ohirás dir farás
    E ço qu'els fan squivarás,
    Daycells ho dich qu'han lo cap ras
    Hoc e la barba.


    Diners alegran los infants,
    E fan cantar los capellans
    E los frares carmelitans
    A les grans festes.
    Diners, donchs, vulles aplegar
    Si'ls pots haver nols leixs anar,
    Si molts n'hauras porás tornar
    Papa de Roma.

    Por otra parte, la doctrina de los Consejos dista mucho de ser irreprochable. En uno de ellos se recomienda sin ambages el empleo de la mentira.

    Vulles tostemps dir veritat
    De ço que serás demanat
    Mas de cas de necessitat
    Pots dir falçía.