restante de la primera parte del Calila y Dimna está imitado con la misma libertad, pasando á veces á formar parte del cuadro general los que en el libro árabe eran apólogos sueltos recitados por varios animales y atribuyéndose á unos las aventuras de otros. El animal, verbigracia, que por necia confianza se sacrifica para aplacar el hambre del león, no es aquí el camello, sino el buey. La conspiración del zorro contra el rey, descubierta por el elefante, y el castigo y suplicio del pérfido consejero, difieren en gran manera del relato análogo del Calila.
Los apólogos sueltos están imitados con más fidelidad y conservan mejor las líneas generales. Entre ellos figuran el de la rata convertida en mujer, el del cuervo y la serpiente, el de la garza y los pescados, el terrible cuento budista del hombre ingrato y las bestias agradecidas, que ya Ricardo Corazón de León contaba en 1195 y que todavía encontramos en el Criticón de Baltasar Gracián, el del zorro y los dos machos cabríos. Dos ó tres no menos curiosos hay en el Libro Félix que no proceden del Calila, pero que se encuentran en otras colecciones novelescas de la misma familia; por ejemplo, el de la mujer curiosa y el gallo, que está en la introducción de Las Mil y una noches. Acaso estos cuentos estarían intercalados en el Calila que vió Ramón Lull, ó llegarían á él por tradición oral de los musulmanes, que es lo más probable. Todos ellos están narrados con facilidad y gracia; pero cuando los autores de la Historia Literaria conceden á Lulio el mérito de haber traído por primera vez la mayor parte de estos apólogos á una lengua vulgar, parecen olvidar la traducción castellana del Calila, que es de 1261 por lo menos, al paso que el Libro Félix tiene la fecha de 1286. La diferencia es muy pequeña, como se ve, y siempre le queda á Lulio la ventaja de haber dado á sus ejemplos una forma relativamente original, acaso porque escribía de memoria.
La influencia de R. Lulio en las obras didácticas de D. Juan, hijo del infante don Manuel, ha sido exagerada en los términos[1]; pero es innegable respecto de un libro, y puede presumirse racionalmente respecto de otro. El libro del caballero et del escudero, que el nieto de San Fernando compuso «en una manera que dicen en Castiella fabliella», tiene por modelo en sus primeros capítulos el Libre del orde de cavayleria, y el mismo D. Juan Manuel confiesa esta imitación, aunque sin nombrar á Lulio: «Yo don Johan, fijo del Infante don Manuel, fiz este libro, en que puse algunas cosas que fallé en un libro, et si el comienço dél [es] verdadero o non, yo [non] lo sé, mas que me paresció que las razones que en él se contenían eran muy buenas, tove que era mejor de las scrivir que de las dexar caer en olvido. E otrosi puse y algunas otras
- ↑ Particularmente en los curiosos estudios del malogrado profesor D. Francisco de Paula Canalejas, que tuvo el mérito de llamar por primera vez la atención sobre estas semejanzas y relaciones de Raimundo Lulio y D. Juan Manuel (Revista de España, mayo y octubre de 1868).
También pecó de exageración el inolvidable D. Mariano Aguiló en estas palabras de su prólogo al Libre del Orde de Cauayleria: «En lo catorzen segle la gentil ploma de D. Juan Manuel, gran saltejadora de les obres de Ramon Lull, se apodera dest tractat y feusel seu sens anomenar a son autor».
Más imparciales están aquí los autores de la Histoire Littéraire: «Le Livre du Chevalier et de l'Ecuyer, de D. Juan Manuel, diffère beaucoup du traité de Lulle, et comme on peut s'y attendre de la part d'un tel auteur, est bien autrement original» (T. 29, p. 364). La frase, sin embargo, parece demasiado desdeñosa para Lulio, que es tan original como el que más, y el mismo Littré reconoce que el principio del libro fué fielmente reproducido, tanto por D. Juan Manuel como por el autor del Tirante.