Página:Orgullo y prejuicio - Tomo I (1924).pdf/130

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
128
 

a su tía; que no había la menor necesidad de que se conocieran, y aun habiéndola, correspondía a Darcy, el superior en categoría, iniciar la relación. Collins la escuchó, decidido a seguir su propia inclinación, y cuando cesó de hablar le contestó así:

—Isabel, tengo la más elevada opinión de tu excelente juicio en toda clase de asuntos, como corresponde a tu inteligencia; pero permíteme manifestarte que debe mediar gran diferencia entre las fórmulas de ceremonia establecidas para los legos y las referentes a los clérigos; porque te haré observar que considero la profesión de clérigo como equiparada en cuanto a dignidad al más alto rango del reino, con tal que quien la posee guarde al propio tiempo conveniente humildad en su conducta. Habrás de permitirme, pues, seguir en esta ocasión los dictados de mi conciencia, los cuales me impulsan a ejecutar eso, que considero como un deber. Dispénsame, pues, prescindir de aprovecharme de tus avisos, que en todos los otros asuntos serán mi guía constante, y por creer que en el caso presente soy más apto que una joven como tú, por educación y por constante estudio, para decidir lo que es debido. Y con una profunda inclinación la dejó para dirigirse a Darcy, cuyo recibimiento observó ella con ansiedad, y cuyo asombro al verse saludado así quedó patente. Collins principió su discurso con una solemne cortesía; y aunque Isabel no oyó ni una palabra del mismo, experimentó iguales sentimientos que si lo oyera, viendo en los movimientos de los labios las palabras «disculpa»,