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CAPITULO XXV

Tras una semana pasada entre promesas de amor y planes de felicidad, Collins tuvo que despedirse de su amable Carlota para llegar el sábado. Mas la pena de su separación pudo aliviarse por su parte con los preparativos para la recepción de su novia; pues razón tenía para esperar que a poco de su próximo regreso al condado de Hunsford, se fijara el día que iba a tornarle el más feliz de los hombres. Se despidió de sus parientes de Longbourn. con idéntica solemnidad que la vez anterior; deseó de nuevo a sus bellas primas salud y dicha, y prometió a los padres nueva carta de gracias.

El lunes siguiente la señora de Bennet tuvo el placer de recibir a su hermano y a la esposa de éste, que vinieron, cual de costumbre, a pasar la Navidad en Longbourn. El señor Gardiner era hombre sensible, caballeroso, muy superior a su hermana así en prendas naturales como en educación. Las damas de Netherfield hubieran sentido dificultad en creer que semejante persona, que vivía del comercio y se hallaba siempre metido en su almacén, pudiera estar tan bien educado y resultar tan agradable. La señora de Gardiner, bastantes años más joven que la señora de Bennet y que la señora de Philips, era mujer grata, elegante y gran favorita de todas sus sobrinas de Longbourn. En especial entre las dos mayores y ella subsistía particular afecto. Aquéllas habían residido con frecuencia en la ca-