352 ORIGEN DE LAS ESPECIES Del trascurso del tiempo de lucido de la velocidad con que se forman los depósitos y de la extension de las denudaciones. Independientemente de que no encontremos restos fósiles de formas de enlace tan infinitamente numerosas, puede obje- tarse que el tiempo no puede haber Dastado para tan gran can- tidad de cambios orgánicos, debiendo haberse organizado todos estos cambios lentamente. Apenas me es posible recordar al lector, que no sea un geólogo práctico, los hechos que llevan al espíritu á comprender débilmente la duracion del tiempo. El que pueda leer la gran obra de Sir Charles Lyell, sobre los principios de la geologia, que el historiador del porvenir re- conocerá que ha producido una revolucion en la ciencia na- tural, y sin embargo no admita cuán vastos han sido los perí :- dos de tiempo pasados, puede desde luego cerrar este libro y no seguir adelante. No basta estudiar los principios de la geo- logía ó leer tratados especiales de observadores diferentes sobre formaciones distintas, y señalar cómo cada autorinten- ta dar una idea inadecuada de la duracion de cada formacion, y áun de cada capa. Podemos adquirir mejor alguna idea del tiempo que ha pasado, sabiendo las causas que han estado in- terviniendo, y estudiando cuán profundamente ha sido denu- dada la superficie de la tierra, y cuánto sedimento ha sido de- positado. Como Lyell ha observado perfectamente, la extension y espesor de nuestras formaciones sedimentarias, son el resul- la medida de la denudacion que la corteza de la tierra la sufrido en otras partes. Por ésto, un hombro, para compren- der algo la duracion del tiempo que la trascurrido, cuyos mo- numentos vemos siempre alrededor nuestro , deberia observar por sí mismo las grandes pilas de capas superpuestas, los ar- royuelos que llevan consigo el fango y las olas que destruyen los arrecifes del mar. Es conveniente pasear por la costa, formada de rocas mode- radamente duras, y marcar el procedimiento de la degrada, cion. Las aguas, en la mayor parte de los casos, llegan á los ar- recifes solamente dos veces al dia, y durante muy poco tiempo cada vez, y las olas van comiendo en ellos solamente cuando están cargadas de arena ó guijas; porque está fuera de toda duda que el agua pura no consigue gastar la roca. Por úl- tado y