mismas y la introduccion de otras nuevas, no pueden ser debidas á meros cambios en las corrientes marinas ó á otras causas más ó ménos locales y temporales, sino que dependen de leyes generales que gobiernan á todo el reino animal.» M. Barrande ha hecho algunas observaciones de mucha fuerza, precisamente sobre el mismo asunto. Es, en verdad, completamente fútil mirar como causa de estas grandes mutaciones en las formas de vida de todo el mundo y en los climas más diferentes, los cambios de corrientes, climas ú otras condiciones físicas. Como Barrande ha observado, hay que buscar para explicarlos alguna ley especial. Veremos esto con mas claridad, cuando tratemos de la distribucion actual de los séres orgánicos, y encontremos cuán pequeña es la relacion entre las condiciones físicas de varios países y la naturaleza de sus habitantes. Este gran hecho de la sucesion paralela de las formas de vida en todo el mundo, es explicable por la teoría de la seleccion natural. Las especies nuevas se forman porque tienen alguna ventaja sobre formas más antiguas; y las formas que son ya dominantes, ó que tienen alguna ventaja sobre las demas en su propio país, dan nacimiento al mayor número de variedades nuevas ó especies incipientes. Tenemos pruebas evidentes de este punto en las plantas que son dominantes, esto es, en las que son más comunes y más extensamente difundidas, que producen el mayor número de variedades nuevas. Tambien es natural que las especies dominantes que varian, y que se extienden léjos, que ya han invadido hasta cierto punto los territorios de otras especies, fuesen aquellas que tuviesen más probabilidades de esparcirse todavía más y de producir en países nuevos otras variedades y especies nuevas. El procedimiento de difundirse sería á menudo muy lento, porque depende de cambios climatológicos geográficos, de accidentes extraños y de la aclimatacion gradual de nuevas especies á los varios climas, por los cuales tendrian que pasar; pero en el transcurso del tiempo, las formas dominantes conseguirian generalmente extenderse y prevalecerian por último. Es probable que sería más lento el difundirse para los habitantes terrestres de los distintos continentes, que para los habitantes marinos de los mares contínuos. Podriamos, por lo tanto, csperar encontrar, como encontramos, un grado ménos estricto
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