pan un lugar bajo en la escala de la naturaleza, y tenemos razones para creer que tales séres se modifican más lentamente que los altos; y esto dará tiempo para la emigracion de las especies acuáticas. Tampoco tenemos que olvidar la probabilidad de que muchas formas de agua dulce se hayan extendido en otros tiempos de un modo continuo sobre áreas inmensas, y que despues hayan llegado á extinguirse en puntos intermedios. Pero la extensa distribucion de las plantas y de los animales inferiores del agua dulce, ya retengan la misma forma idénticamente, ya estén algun tanto modificados, depende al parecer en gran parte de la vasta diseminacion que de sus semillas y huevos hacen los animales, y más especialmente los pájaros de agua dulce que tienen una gran potencia de vuelo, y viajan naturalmente de un punto en que hay agua á otro. De los habitantes de las islas oceánicas. Llegamos ahora á la última de las tres clases de hechos que he escogido por ser los que presentan las mayores dificultades con respecto á la distribucion, segun la hipótesis de que no solamente todos los indivíduos de la misma especie han emigrado de algun área determinada, sino que las especies inmediatas, aunque habiten ahora los puntos más distantes, han procedido de una sola region, lugar de nacimiento de sus primeros progenitores. Ya he dado las razones que tengo para no creer en extensiones continentales dentro del período de las especies existentes en una escala tan enorme, que todas las muchas islas de los diferentes océanos quedaran así pobladas con sus actuales habitantes terrestres. Esta opinion hace desaparecer muchas dificultades, pero no está de acuerdo con todos los hechos concernientes á las producciones de las islas. En las siguientes observaciones no me limitaré à la mera cuestion de la dispersion, sino que consideraré algunos otros casos que tienen que ver con la verdad de las dos teorías; la de la creacion independiente, y la de la descendencia con modificacion. Las especies de todas clases que habitan las islas occánicas son pocas en número, comparadas con las de áreas continentales iguales; Alfonso de Candolle admite esto para las plantas, y Wollaston para los insectos. La Nueva Zelanda, por ejemplo, con sus elevadas montañas y diversificados sitios, que
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