pizarra, blanca en el lomo; pero las subespecies indias, la columba intermedia de Strickland, tiene esta parte azulada. La cola tiene una barra oscura terminal, con las plumas exteriores ribeteadas de blanco en la base. Las alas tienen dos listas negras. Algunas castas semi-domésticas, y algunas verdaderamente silvestres, tienen, ademas de las dos listas negras, las alas manchadas ó salpicadas de negro. Estas diferentes señales no ocurren juntas en ninguna otra especie de toda la familia. Ahora en cada una de las castas domésticas, tomando pájaros completamente bien criados, todas las señales dichas, hasta la del ribete blanco de las plumas timoneras de la cola, ocurren algunas veces perfectamente desarrolladas. Hay más; cuando se cruzan pájaros que pertenecen á dos ó más castas distintas, ninguna de ellas azul, ni con una sola señal de las especificadas ántes, el producto mezcla suele repentinamente adquirir esos caracteres. Para dar un ejemplo entre varios que he observado, he cruzado algunas colipavas blancas, que crian muy bien con algunas de barbs negras—las variedades azules de la barb son tan raras, que no he conocido un solo caso en Inglaterra,—y las crias fueron negras, oscuras y azuladas. He cruzado tambien una barb con una paloma manchada, que es un pájaro blanco con cola roja y una mancha de este mismo color en la frente, y que notoriamente se reproduce muy bien: los productos del cruzamiento fueron oscuros y moteados. Crucé entónces uno de los mestizos barb-colipava con un mestizo barb-manchado, y produjeron un pájaro de un color azul tan hermoso, con el lomo blanco, la doble lista negra sobre las alas, y plumas caudales con lista y ribete blancos, como cualquier paloma silvestre. Podemos explicarnos estos hechos por el bien conocido principio de reversion á los caracteres de los antepasados, con tal de que las castas domésticas desciendan de la paloma silvestre. Pero si negamos esto, tenemos que hacer una de las dos suposiciones siguientes, altamente improbables: ó bien que todos los varios troncos originales tenian el color y señales de la paloma silvestre, aunque no exista otra especie hoy así coloreada y con las mismas señales, de tal modo que en cada casta separada podria haber una tendencia á volver á los mismísimos colores y marcas, o bien que cada casta, áun la más pura, se ha cruzado en el espacio de doce, ó á lo más de veinte ge-
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