El clima desempeña un papel importante en determinar el término medio del número de una especie, y parece ser que de todos los obstáculos, los que más efectos causan son las estaciones periódicas de frio ó de sequedad extremas. Yo calculé (principalmente por el reducidísimo número de nidos en la primavera) que el invierno de 1851 á 1855 destruyó las cuatro quintas partes de los pájaros en mis haciendas, y esta es una destruccion tremenda, cuando recordamos que el 10 por 100 es una mortalidad extraordinariamente grave en las epidemias de los hombres. La accion del clima parece á primera vista ser completamente independiente de la lucha por la existencia; pero en cuanto el clima principalmente obra reduciendo el alimento, es causa de la lucha más severa entre los indivíduos, ya de la misma, ya de distintas especies que viven del mismo género de alimento. Aun cuando el clima obra directamente, por ejemplo, cuando es intensamente frio, son los indivíduos ménos vigorosos, ó los que ménos alimento tienen al avanzar el invierno, los que más sufren. Cuando viajamos de Sur á Norte, ó de una region húmeda á una seca, invariablemente vemos que algunas especies van siendo cada vez más raras por grados, y que finalmente desaparecen del todo; y como el cambio de clima se nos presenta tan inmediatamente, tentados estamos á atribuir todo el efecto á su accion directa. Pero es un error olvidar que cada especie, áun en el sitio en que más abunda, está sufriendo constantemente destruccion enorme en algun período de su existencia, procedente de enemigos que le hacen la competencia por el sitio y por el sustento; y si estos enemigos ó competidores son favorecidos en un grado ínfimo, por cualquier ligero cambio de clima, aumentan en número; como cada área está ya completamente cubierta de habitantes, preciso es que las otras especies disminuyan. Cuando viajamos hácia el Sur, y vemos que una especie decrece así en su número, podemos estar seguros de que eso consiste, tanto en que otras especies son favorecidas, cuanto en que aquella se ha perjudicado. Lo mismo sucede cuando viajamos hácia el Norte, aunque en grado algun tanto menor, porque el número de especies de todas clases, y por consiguiente de competidores, disminuye en el Norte; así que al ir hácia el Norte ó al subir una montaña, nos encontramos mucho más á menudo con formas achaparradas, por causa de la ac-
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