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ORÍGEN DE LAS ESPECIES

silvestres de la América del Sur. Aquí me contentaré con hacer algunas observaciones, las precisas, para traer á la mente del lector algunos de los puntos principales. Los huevos ó los animales muy tiernos sufren al parecer generalmente más, pero no sucede así invariablemente. En las plantas hay una enorme destruccion de semillas, pero por algunas observaciones que yo he hecho, creo que los retoños sufren más por germinar en terreno ya espesamente poblado con otras plantas. Los retoños tambien son destruidos en gran número por varios enemigos; por ejemplo, en un pedazo de terreno de tres piés de largo y dos de ancho, trabajado y limpio, y donde no pudiera haber el inconveniente de otras plantas, marqué todos los retoños de nuestras malas yerbas nativas conforme brotaban, y de 357, nada ménos que 295 fueron destruidas, principalmente por caracoles é insectos. Si un campo cubierto de césped, en donde se ha cortado éste hace mucho tiempo, y el caso seria el mismo si el césped hubiera servido de pasto á los cuadrúpedos, se deja crecer, las plantas más vigorosas matarán gradualmente á las ménos vigorosas aunque sean plantas completamente desarrolladas; de veinte especies (que crecian en un pequeño espacio de césped segado (tres piés de ancho por cuatro de largo) perecieron nueve especies por permitir á las otras que crecieran libremente.

La cantidad de alimento para cada especie da naturalmente el límite extremo á que puede llegar en su crecimiento; pero con mucha frecuencia no determina el número medio de una especie el alimento que pueda obtener, sino el que sirva ó nó de presa á otros animales. Así parece no haber duda de que la cantidad de perdices, codornices y liebres en cualquier posesion grande depende principalmente de la destruccion de bichos. Si no se tirara una sola pieza de caza durante los primeros veinte años en Inglaterra y al mismo tiempo no se destruyeran los bichos, lo más probable sería que á la terminacion de ese período hubiera ménos caza que en la actualidad, á pesar de que hoy se matan anualmente centenares de miles de animales de caza. Por otra parte, y en algunos casos, como sucede con el elefante, ninguno es destruido por animales de presa: porque hasta el tigre de la India rarísimamente se atreve á atacar á un cachorro de elefante que esté defendido por su madre.