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GENERAL ÁNGEL MARTÍNEZ.

Cuando se realizó la última desesperada misión de combate por Maximiliano con la esperanza de abrirse camino y escapar hacia la costa del Pacífico, vía Morelia, la División de Corona tomó el peso completo del golpe, y fue tratada salvajemente y cortada en pedazos; pero la demora fue fatal, aunque la misión de combate se había convertido en un éxito casi asegurado, pues permitió que los republicanos llegaran al rescate justo a tiempo. El ejército victorioso de Escobedo llegó y, cayendo sobre las fuerzas imperialistas, les derrotó absolutamente en sus trincheras, y de ahí en adelante, se selló el destino del Imperio y de Maximiliano.

Entre los más atrevidos, activos, y determinados de los oficiales en el comando del General Corona, fue el General Ángel Martínez, un nativo de Sinaloa, y comandante de una notoria brigada que se destacó por su estilo áspero de lucha y defectuoso atuendo. Este gallardo oficial, con los medios más inadecuados, logró importantes resultados y contribuyó mucho a derrocar a la causa Imperial en el noroeste. Sus enemigos le apodaron «El machetero» por el machete o espada corta—arma favorita de sus seguidores—un arma que él mismo uso con terrible efecto en más de una ocasión. Cuando Corona tenía a los franceses en Mazatlán, después de la terrible derrota que les dio en el Presidio de Mazatlán y Palos Prietos, Martínez entró en Sonora, y barrió como un torbellino; nada se le escapó en el campo, y la evacuación apresurada de los franceses en Guaymas ante su entrada, por si misma salvó al remanente de la fuerza de un total exterminio.

En una de las batallas, cerca de Hermosillo, las fuerzas del carnicero imperialista, General Lanberg, quien fue autor de la total masacre de La Noria, fueron cortadas en pedazos, y Lanberg, él mismo, y fue lazado y tirado