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UNA FONDA MEXICANA.

razón. Estos mexicanos que solo tienen hornos de barro y estufas, totalmente diferentes a cualquier cosa vista en nuestro país, y ni un solo plato de hierro, todo es de cerámica café con ligero esmalte, se las arreglan para cocinar una variedad de platos veinte veces mas grande de lo que somos capaces de hacer, y lo que es más, cociendo todo a la perfección. En general, creo que no sabemos nada de cocina en los Estados Unidos.

Los cobros en estas "fondas" mexicanas son bastante razonables; por ejemplo de doce y medio a veinticinco centavos, cuando mucho, por una "comida completa", y hospedajes, tal como son, a un costo nominal. Ellos normalmente no proporcionan camas, los viajeros llevan cobijas, o colchones, con ellos; y como las camas son probablemente demasiado pequeñas para comodidad cuando las hay, es mejor llevar tu propio equipo de dormir consigo.

Desde la colina sobre Santa Ana Acatlán, tuvimos una de buena vista de la inmensa Hacienda del Plan, la finca de azúcar más grande y mejor en el estado de Jalisco. La Casa se encuentra sobre una colina con vista a la Laguna de Zacoalco, y está rodeada por la fábrica de azúcar y otros edificios, con grandes campos de caña de azúcar, ahora crecida a dos tercios—requieren de un año a catorce meses para llegar a plena madurez—en toda dirección. La Casa es como un gran Castillo cuadrado en apariencia, con columnas y terrazas todo alrededor, y parece un lugar apto para residencia de un príncipe.

De esta finca, una gran parte del gran estado de Jalisco, que tiene novecientos mil habitantes o más que cualquier otro en México, deriva su suministro de azúcar, y sus productos se envían incluso tan al norte como el río Grande. Pertenece al Señor Ramos, uno de los