cindad—y les asesino a todos a sangre fría, hace algunos años.
Uno de los más temerosos brutos que han infestado las carreteras de Jalisco, fue Simón Gutierrez, cuya banda fue exterminada por las tropas del estado en la de primavera de 1869.
Gutiérrez se refugió en la Ciudad de Guadalajara, y cuando se descubrió su escondite, (debajo de un piso), saltó en medio de las tropas, con un revólver y luchó hasta que fue acribillado. Su cuerpo fue apuntalado en una silla y exhibido por tres días frente a la prisión en la Plaza, como se muestra en la imagen, y multitudes fueron a verlo y asegurarse que el terror de Jalisco, durante tantos años, estaba muerto, efectivamente, por fin.
La gente pobre, a lo largo de la carretera, se gana la vida miserablemente vendiendo unos pocos frutos, frijoles, tortillas, etc., a los viajeros. Encontré un tipo viejo sentado en una piedra en la carretera, a millas de cualquier morada, con un medio celemín de desagradable, fruta pequeña parecida a nuestra "mandrágora" del norte, llamada guayaba—pronunciada "guayaba"—de donde se hace el comercio de jalea de guayaba. Le pregunté cuánto
