Un túnel horizontal penetra en la colina a nivel con la hacienda, cortando el tiro o eje perpendicular a cuatrocientos pies de la superficie. Este túnel puede ser de unos mil quinientos pies de longitud. Una vía de tren corre a través de él, y acostados en los coches fuimos llevadas al borde del tiro. Este tiro tiene treinta pies de diámetro, y seis caras, forradas de cemento como el del Valenciano. La necesidad de que esto se ve en el hecho de que una roca, pesando muchas toneladas, fue desplazada en una estación cerca de la base del tiro, unos días antes de nuestra visita, y cayendo sobre los mineros debajo, mató y mutiló a muchos de ellos.
Parados aquí, cuatrocientos pies por debajo de la superficie de la tierra, y seiscientos pies por encima de la parte inferior del tiro, con un parche de cielo azul pálido muy por encima de nosotros, y negra oscuridad casi palpable al tacto alrededor de nosotros y llenando las profundidades abajo, fuimos testigos de la más maravillosa escena que vimos en México, hombres fueron enviados arriba del tiro en la superficie de la tierra, y les dijeron que descargaran cohetes hacia abajo. Esto hicieron; y el silbido y explosiones y los mensajeros de fuego causaron los ecos más ensordecedores y ecos resonando, mientras los lados del tiro, goteando exudaciones y limos, fueron revelada con sorprendentes detalles por el brillo momentáneo.
Pero esto no era nada comparado con lo que siguió: bolas de fibra de maguey o aloe, de tres pies de diámetro y llenas de brea de pino, o resina, se colgaron hacia fuera sobre la de boca del tiro y les prendieron fuego. Cuando la primera estuvo bien encendida la soltaron y dejaron caer en el abismo. Como un gran cometa, con cuerpo de metal fundido y una larga cola de fuego, bajando sobre un planeta
