interés común de todos de ellos, y es pronto para percibir que es igualmente el interés de toda la humanidad. Con el más profundo respeto, etc.
Una respuesta similar fue dirigida por el Sr. Seward, a una carta de Bienvenida del Gobernador Vásquez, que cerró las felicitaciones.
Pasamos todo el día cabalgando por Querétaro, visitando las escenas del último acto en la sangrienta farsa del "Imperio de México," y escuchando la historia de labios de los hombres que presenciaron todo, y participaron en ella, o estaban familiarizados con todos los detalles.
Es la creencia común en los Estados Unidos y Europa, que la ejecución de Maximiliano y sus asociados, Miramón y Mejía, fue en desafío a la voluntad de la mayoría de la gente de México, y que la memoria de Maximiliano es muy venerada por todas las clases de la sociedad. Ciertos corresponsales de periódico, cuyos motivos pueden bien ser cuestionados, han representado que cada reliquia y rastro de él, es tratada con reverencia supersticiosa por el pueblo de México; y que los hombres que lo enviaron a su muerte, son detestados y aborrecidos en todas partes. No pude ver trazas de tal sentimiento, y se me debe permitir expresar incredulidad personal en toda la historia. Los imperialistas, pertenecientes a los ricos y ex miembros de las, "clases dominantes", de quienes podría esperarse que hablaran con reverencia de él, hasta donde mi observación, al menos, llega, todos tienen su memoria con desprecio, y le consideran como el autor, no sólo de sus propias desgracias, sino de los que se adhirieron a su causa.
A menudo dicen de él que era, personalmente, un caballero, en su postura y conducta, pero vano al máximo, sangre fría, aficionado de pompa ociosa y exhibición, y carente de toda cualidad del corazón y