cortados y plantados por separado para mantener una buena plantación. La planta requiere solo poco cultivo, y los costos, en promedio, unos cincuenta centavos desde el primero al último. Cada planta produce sobre un barril de pulque, y una gran cantidad de fibra para cuerdas y petates, y vale en total, aproximadamente cinco dólares. El propietario de una plantación de cien mil magueyes se considera valer quinientos mil dólares.
En la noche paramos en una fonda en Arroyo Zarco, una gran vieja hacienda, rica en imágenes de gran edad y merito, y otras curiosidades. El propietario hace mucho la abandonó como residencia, por el estado del país, moviendo su familia para seguridad y comodidad a la Ciudad de México.
Como el Gobernador de Querétaro, que había salido a la capital en tres horas de antelación, a su juicio ante el Congreso, había sido detenido y robado, justo fuera de las puertas de México, la semana anterior a nuestra llegada, no se consideró prudente que fuéramos solos por el camino. Las autoridades, en consecuencia, nos dieron un destacamento de caballería regular, y de pueblo en pueblo fuimos además escoltados por destacamentos de la Guardia rural, un cuerpo de hombres muy bien montados, armados con fusiles Maynard, revólveres, y sables. Estos guardias rurales tienen todos sus suministros, se pagan ellos mismos todos sus gastos, y reciben un dólar diario de los municipios.
Al día siguiente, el 14 de noviembre, cabalgamos cuarenta y cinco millas—españolas—sobre el tipo más duro de carretera, roca de cal suave y lava, mezclado en proporciones iguales, a través de un campo mayormente inepto para el cultivo, y habitada sólo por una poca gente pobre, esparcidas en amplios intervalos. Nos quedamos por la noche en Tepeji del río, en la residencia de