en México!—inmensos baños al aire libre escondidos a la mirada de curiosos y ojos espías, por espesos follajes de árboles sobresalientes, amplias avenidas, hermosos arbustos e innumerables flores—tal como solamente crecen en climas tropicales—un salón de billar, una pista de boliche, y otro lugares de recreación y diversión, están entre las atracciones de este lugar encantador. En tal compañía y en medio de tales alrededores, las horas pasaron rápidamente, y bien se puede creer que no tenia ninguna prisa para volver a la ciudad.
En nuestro camino de regreso, pasamos por los cementerios inglés y estadounidense. Sobre la puerta del cementerio americano últimamente se veía esta sorprendente inscripción:
"Aquí yacen los cuerpos setecientos, enterrados bajo una ley de Congreso".
Estoy contento de poder añadir que la piedra con esta asombrosa inscripción, fue robada justo antes de nuestra visita, pero lamentablemente también, que los ladrones que irrumpieron en el cementerio se llevaron muchas lápidas de tumbas, para ser re trabajadas y hacer muebles, y venderlas. Los imperialistas, durante los últimos días del Imperio, hicieron todo el daño que pudieron en el cementerio, demoliendo una parte de cerca para construir baterías y obras de tierra, y ha sido un largo escándalo y reproche a los Estados Unidos. Se lo debemos a la memoria de los hombres valientes que dieron su vida en una guerra—bien o mal—para llevar nuestra bandera a tierras lejanas, que sus tumbas no queden en la presente vergonzosa condición.
La República de México, debe ser dicho que tiene el mérito, después del retorno de Juárez a la Capital y la expulsión de los imperialistas, gastó una suma considerable en la reparación de los daños infligidos por los invasores, y reconstruir
