su opinión—por el regalo de una pieza de un dólar, y la quietud fue restaurada de nuevo, volvimos rápidamente a la Ciudad a donde llegamos al anochecer, después de uno de los días mas agradables que disfrutamos en México.
Entre las demostraciones menores estuvo la gran función del Circo Bell & Buislay en el Circo Charini en el antiguo convento de San Francisco. Se hicieron grandes preparativos, especialmente, para la ocasión, y el gobierno prestó una banda militar y un regimiento de sus tropas más selectas, para dar efecto al evento. El gran patio del convento se usó para el circo, el anillo que cubre el lugar donde yacen enterrados los muertos de siglos, y los corredores subiendo uno encima del otro, con sus gráciles columnas y costosa ornamentación forman las galerías, que se dividen en palcos. Esto es indicador del cambio en las instituciones y los sentimientos religiosos de esta gente antiguamente Católica intolerante, se puede entender fácilmente.
Notando que no parecía haber muchos mochos, pregunté la razón a un mecánico común o comerciante de algún tipo que por casualidad estaba cerca de mí en ese momento. Su respuesta:
"Porque ellos no aceptarán ver los terrenos del cementerio de sus antepasados profanados por un circo," contiene más amargura, sátira, y odio, que nunca vi antes en una sola frase, y es curiosamente ilustrativa del estado de sentimientos en la capital.
El vasto público se levantó e hizo una reverencia, en masa, cuando el Sr. Seward entró, y las tropas presentaron armas, mientras la banda tocaba el himno nacional. La actuación, consistente en la habitual exposición de anillo, el tablado, incluyendo uno representando la "Alianza Moral las dos Repúblicas," etc., etc., pasó bien.
