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CARTA DE ARTEAGA A SU MADRE.

en esta y en toda ocasión posterior, a ejecutar las disposiciones del Decreto muy a la letra. ¿Puede cualquier hombre honesto pararse aquí con estos abrumadores registros ante él y mantener que Maximiliano no merecía su destino? No me parece que sea posible, y yo sólo puedo atribuir la simpatía que Maximiliano ha recibido en los Estados Unidos, a la grave ignorancia de los hechos históricos y su verdadero carácter.

Hay un alivio positivo en voltear a la lectura de este Decreto infernal, y el registro de las carnicerías realizada bajo de él, de las cartas de los hombres leales, quienes fueron los primeros sacrificados, escritas a sus madres durante sus últimos momentos. Estas cartas deben ser traducir todos los idiomas y publicadas, como la respuesta más eficaz a los cargos de crueldad y dureza innecesaria en materia del tratamiento de Maximiliano, hecho tan libremente contra los liberales de México. Aquí están:

"Uruapan, Octubre 20, 1865.

"Mi madre adorada: fui tomado preso el 13 al instante por las tropas imperiales y mañana voy a ser fusilado. Te ruego, mamá, que me perdones por todo el sufrimiento que te he causado durante el tiempo que he seguido la profesión de las armas, contra tu voluntad.

"Mamá, a pesar de todos mis esfuerzos para ayudarte, los únicos medio que tenía te los envié en el pasado abril; Pero Dios está contigo y no te dejará sufrir a perecer, ni a mi hermana Trinidad, la pequeña Yankee.

"No te he dicho antes de la muerte de mi hermano Luis, porque temía que te murieras de dolor; murió en Tuxpan, en el estado de Jalisco, cerca del primero de enero pasado.

"Mamá, no dejo nada más que un nombre intachable; porque nunca he tomado nada que no me pertenecía; y confío en que Dios perdonará todos mis pecados y me tenga en su gloria.