alabanza, antes de mi venida al país, y fue por lo tanto, con no poco placer que acepté la amable invitación del director, Señor Don Francisco De P. Cendejas, para inspeccionarla en todos sus detalles, y me acompañó mi amigo amable el Coronel Enrique A. Mejía, al lugar.
Este gran establecimiento fue fundado, no como una cuestión de especulación, sino como un acto práctico de caridad cristiana, por Pedro Romero de Torres Conde de Regla, que en el 2do día de junio de 1774, dio trescientos mil dólares en moneda, para un fondo perpetuo de préstamos, y él mismo escribió las reglas y regulaciones bajo las cuales, con algunas modificaciones, es administrado el día de hoy.
El propósito del piadoso y filántropo fundador, fue de proporcionar a los pobres y necesitados temporalmente, con un lugar donde podrían depositar lo que pudieran tener de objetos de valor en seguridad, y obtener sobre ellos un préstamo en moneda, a una tasa de interés tal que no le pusiera fuera de su alcance para reclamarlos; protegiéndolos así, eficazmente, de la rapacidad de los propietarios de las casas de empeño convencionales; y tal fue su éxito, que la presente condición de la institución lo testifica.
El virrey español de México, designó para el uso de la institución, la gran y magnífica casa erigida por Hernán Cortéz para su propio uso, inmediatamente después de la conquista, y en el que usó la gran viga de cedro encontrada en posesión de los aztecas, la cual fue considerada, por su inmenso tamaño, una curiosidad en su día, comparable con nuestros grandes árboles de California, con un cierto grado de veneración religiosa en ella. Esa viga casi le costó
