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DECLARACIÓN DEL REVERENDO SR. RILEY.

fue llamado "el clero constitucional". Muchos en el grupo liberal entusiásticamente se pusieron de su lado. Algunos edificios de la Iglesia se dieron al "clero constitucional," pero ellos, después de luchar contra la pobreza, la novedad de su posición, la ignorancia de qué medidas tomar para establecer una Iglesia reformada, y las muchas dificultades y persecuciones que encontraron, decidieron esperar por una oportunidad más favorable para llevar a cabo su plan.

Uno de sus miembros sin embargo decidió seguir trabajando, y logró reunir una pequeña congregación a su alrededor en la capital, sobre todo de pobres. Me dice un caballero inglés, hace mucho profesor de inglés en esta ciudad, que lo conoció bien, que murió de debilidad provocada por necesidades. Poco antes de morir le dijo a unos amigos que rodeaban su lecho de muerte—"en este momento solemne cuando no hay ningún otro posible interés terrenal que me amarre a falsedades, quiero declarar ante todos ustedes, que mientras yo seguía conectado con la Iglesia romana mi alma estaba incómoda, y llena de reproches: desde que me separé de ella he tenido tranquilidad." A un amigo le dijo que su confianza, y toda su confianza estaba en Jesús. Se sentía muy triste por dejar su congregación, sin saber qué harían sin él. Murió con su Biblia en la mano. Le llevaron a su tumba con profundo dolor. Su congregación todavía continúa reuniéndose, y han hecho mucho por la causa del evangelio en la República.

Durante la intervención francesa muchos líderes liberales, y entre ellos algunos de los presbíteros constitucionales, visitaron Estados Unidos. Conocí a estos últimos y me interesé en la causa que representaban. Invitado especialmente por mexicanos para venir a esta Ciudad y ayudar a establecer el evangelio e Iglesias evangélicas en esta República, he pasado casi un año a su lado ayudándoles. A través de la oscuridad, nubes amenazantes que cuelgan pesadamente en la miseria de la noche de México, algunas estrellas brillantes y alivian la penumbra e inspiran esperanza. Unas cuarenta congregaciones evangélicas mexicanas ahora se reúnen semanalmente en esta República. Muchos hombres principales, editores, abogados, y algunos ex presbíteros de la Iglesia Católica toman una