su opinión de cartas escritas para su publicación en el extranjero por corresponsales europeos que residen aquí, generalmente suponen.
Hace unos años que un barco estaba cargando dólares mexicanos en el puerto de Manzanillo, cuando una caja o dos cayeron por la borda, y los buzos no pudieron recuperarlas. Las cajas al fin se pudrieron y deshicieron en pedazos, y desde entonces, de vez en cuando, las olas durante grandes tormentas llevan los dólares a tierra. Cuando llegamos las olas habían sido inmensas, y la orilla a lo largo del frente de la ciudad, se alineó con los indígenas más pobres, a la caza de los preciosos pesos. Como estos hombres se ganan la vida por la caza, y carga y descarga de buques, tienen apenas dos o tres días de trabajo en un mes, un dólar es una fortuna para ellos, y el hallazgo de dos o tres es un evento sus vidas. Los dólares se hacen negros por la larga inmersión en el agua de mar, pero todavía tienen su valor, y los comerciantes no descuentan, quienes al final los consiguen todos. Las personas comen poco en este clima caliente, la carne es diez centavos por libra, y frijoles quince centavos, mientras que los peces pueden obtenerse del agua, los costos de fruta es casi nada; entonces cada vez que un nativo encuentra uno de estos dólares, él ha asegurado el medio de vida cómoda durante un mes, y puede considerarse un caballero por el momento, si él tiene hábitos económicos, y no le da por apostar.
Hemos oído mucho al parecer bien fundada queja sobre la administración postal en esta parte de la República. El gobierno cobra veinticinco centavos de cada carta, pero suficientemente singular, aunque no hay ningún correo del gobierno de aquí al interior, hay Oficina de Correos, y se cobra el franqueo rígidamente.